La decisión inicial del proyecto consiste en una unión de peatones entre las dos calles del solar: Vía Augusta –de escala urbana- y la calle Zaragoza – arteria de barrio- que permite ingresar tanto en el nuevo edificio como el antiguo en su punto medio y de manera independiente. Frente a Vía Augusta se genera un espacio exterior que conduce a la planta baja de la nueva equipación y acoge las gradas vegetales de acceso a la Villa Urània.
Para mejorar la relación de la nueva equipación con las viviendas vecinas se introducen unos patios de luces generosas y con vegetación, potenciando la transparencia de los menajes y situando las actividades de la equipación a la cara opuesta. Se plantea como un edificio de apariencia ligera, fragmentado, con terrazas y balcones, combinando la transparencia de grandes aperturas con el filtro de las lames y la vegetación. Las alturas se ajustan a las construcciones vecinas por una mejor transición volumétrica, tratando de consolidar la mançana urbana.
La existencia de varios programas superpuestos obliga a combinar mecanismos de garanticen su independencia como la posibilidad de desarrollarse en más de una planta. El primer objetivo lo logran dos escalas protegidas y ascensores, el segundo, dos escalas abiertas que relacionan programas comunes, formalizadas más como un espacio de relación que como una simple comunicación funcional. Las terrazas y dobles espacios permiten por su parte, establecer relaciones visuales más ricas en las partes públicas. El programa concluye a ala cubierta, como plataforma que acoge los huertos urbanos y una serie de placas solares térmicas, y que sirve a la vez de mirador a la medianera opuesta, remodelada como atlas pedagógico sobre constelaciones, como recuerdo del origen astronómico de la villa.
